Tuesday, March 21, 2006
Big Fallas Escape: The Barna Chronicles 2006, Directors Cut
Nuestra salida de Valencia sorprendió a Silvestre, nuestro extraterrestre de peluche en forma de gato, pero logramos escapar antes de que nos paralizara con sus maullidos paralizantes.
Una vez en Barcelona, tomamos posesión de nuestro hotel (y sus múltiples escaleras). Buena vista. Centro-centro.
Afortunadamente, contábamos con apoyo logístico: Juanma y Pau vinieron a nuestro rescate, dispuestos a darnos soporte, arroz y pescado crudo. Tras saquear el mítico Triángulo Friki de Barcelona, y unas birritas con Yolanda, nos juntamos con Cloud y Elena y volamos (en metro) para alimentarnos a la manera de Osaka.
El restaurante, en la zona de Maragall, nos sirvió deliciosos, y espaciados en el tiempo, platos. Una pequeña muestra.
Allí nos juntamos con más gente, como Álex y Nuria (equipo motorizado! que bien!)
Luego, bailoteo, algunos/as, y licores en el Karma. Vuelta al hotel. Escaleras. Muchas risas, conversaciones varias. Genial.
Al dia siguiente, pues locales varios. Turco para comer, con una oportuna Guiness como aperitivo, y luego a tomar un Té Yogi. Que, en apariencia, es un cocido madrileño pasado de canela, pero que en realidad es uno de los brebajes más espectaculares que he tomado en mi vida. La tetería, pequeña y auténtica. Buen ambiente.
Luego, concierto de Blues, Lowen Brau, tostadita yum yum, Beamish y Spaten. Cena libanesa y al hotel, que ya era tarde.
Al día siguiente nuestro índice de arroz y pescado había bajado, así que nos llevaron al Machiroku para volvernos personas. Claro que aquello se convirtió en algo más Brutto, gracias a la aparición de Nac y Jimina Sabadú. Machiroku yum yum!!!
Nos despedimos hasta la próxima, ya sea en Gijón (Asturcón, allá vamos), Valencia o Barna de nuevo. Volvimos a casa, donde las fallas y las hordas galácticas habían sido desintegradas.
Nuestro extraterrestre seguía allí, fiero, guardián del hogar. Una verdadera bestia del espacio exterior. Menos mal.
Una vez en Barcelona, tomamos posesión de nuestro hotel (y sus múltiples escaleras). Buena vista. Centro-centro.
Afortunadamente, contábamos con apoyo logístico: Juanma y Pau vinieron a nuestro rescate, dispuestos a darnos soporte, arroz y pescado crudo. Tras saquear el mítico Triángulo Friki de Barcelona, y unas birritas con Yolanda, nos juntamos con Cloud y Elena y volamos (en metro) para alimentarnos a la manera de Osaka.
El restaurante, en la zona de Maragall, nos sirvió deliciosos, y espaciados en el tiempo, platos. Una pequeña muestra.
Allí nos juntamos con más gente, como Álex y Nuria (equipo motorizado! que bien!)
Luego, bailoteo, algunos/as, y licores en el Karma. Vuelta al hotel. Escaleras. Muchas risas, conversaciones varias. Genial.
Al dia siguiente, pues locales varios. Turco para comer, con una oportuna Guiness como aperitivo, y luego a tomar un Té Yogi. Que, en apariencia, es un cocido madrileño pasado de canela, pero que en realidad es uno de los brebajes más espectaculares que he tomado en mi vida. La tetería, pequeña y auténtica. Buen ambiente.
Luego, concierto de Blues, Lowen Brau, tostadita yum yum, Beamish y Spaten. Cena libanesa y al hotel, que ya era tarde.
Al día siguiente nuestro índice de arroz y pescado había bajado, así que nos llevaron al Machiroku para volvernos personas. Claro que aquello se convirtió en algo más Brutto, gracias a la aparición de Nac y Jimina Sabadú. Machiroku yum yum!!!
Nos despedimos hasta la próxima, ya sea en Gijón (Asturcón, allá vamos), Valencia o Barna de nuevo. Volvimos a casa, donde las fallas y las hordas galácticas habían sido desintegradas.
Nuestro extraterrestre seguía allí, fiero, guardián del hogar. Una verdadera bestia del espacio exterior. Menos mal.